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Un símbolo de libertad

  • Vanesa Bustos Lopez
  • 5 may 2021
  • 4 Min. de lectura

La vida poco convencional de una artista apodada como“hija de la revolución” que logró romper con los tabúes y estereotipos de la época, dándole a la mujer un lugar real. Frida Kahlo es un símbolo de libertad, lucha y resistencia.


En la primavera de 1953, la Galería de Arte Contemporáneo realizó la primera exposición individual de la obra de Frida Kahlo en México. Ese día, la artista tenía prohibido levantarse de la cama por orden médica, ya que su salud se encontraba muy deteriorada. Nadie puede negar que cumplió con las recomendaciones. Asistió siendo transportada en ambulancia, y finalmente, su cama fue instalada en la galería. Festejó, bebió y cantó. Se llevó una gran sorpresa por el éxito que tuvo la exposición. Ese mismo año, los dolores de su pierna derecha eran insoportables, por lo que decidieron amputarla hasta la rodilla. A pesar de que esta intervención alivió sus dolores y pudo volver a caminar a través de una pierna ortopédica, cayó en una profunda depresión y "había perdido la voluntad de vivir" afirmó Rivera sobre su estado. A pesar de ello, Frida proclamaba: "Pies para qué los quiero si tengo alas pa' volar". Por una embolia pulmonar, falleció el 13 de julio de 1954. Y en su diario escribió "Espero alegre la salida… y espero no volver jamás… Frida". Su cuerpo fue cremado al día siguiente, según su deseo, mientras los asistentes entonaban La Internacional.


Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón nació el 6 de julio de 1907 en México, Coyoacán, pero le gustaba decir que su nacimiento fue en 1910, no para quitarse edad, sino porque ese año fue la Revolución mexicana (1910-1920), y ella era revolución. Era la tercera de cuatro hijas del matrimonio Guillermo Kahlo y Matilde Calderón. Con su madre nunca logró entablar una relación afectiva. La describía como simpática, activa, inteligente, pero también como calculadora, cruel y fanáticamente religiosa. En cambio, a su padre, como entrañable y cariñoso. La llegada de su hermana menor Cristina apenas once meses después, aumentó la distancia con su madre.


En 1937 pinta Mi nana y yo, la pintora consideraba este cuadro como uno de sus trabajos más fuertes, donde ronda el desamor. Se preguntaba qué sentirá al alimentar un niño ajeno por trabajo mientras tal vez el suyo pase hambre. La lluvia de leche, que aparece en segundo plano, simboliza la explicación que su nodriza le había dado sobre el fenómeno de la lluvia: “Las gotas de lluvia son leche de la Virgen".

Mi nana y yo (1937)

Frida es un símbolo para la lucha femenina. Encontró una nueva manera de hablar de la mujer y su cuerpo. En la actualidad las artistas reconocen que sin ella no hubiera sido posible hablar del cuerpo femenino de otra manera. La maternidad, cuerpos sangrantes y mutilados, abortos o la frialdad de una ama de leche al hacer su trabajo. En esa época las mujeres eran invisibles, tenían que callar sus pesares y molestias. La artista logró romper con los tabúes y mostrar su cuerpo, roto y lleno de sufrimiento, pero real. Julie Taymor, directora de la película "Frida" expresó: "Frida hizo de sí misma un ícono. Tomó sus propias imperfecciones y las convirtió en lo último; puso énfasis en lo que cualquiera consideraría sus peores cosas y las volvió bellas". En 1935 realizó sólo dos trabajos, en el que se destaca “Unos cuantos piquetitos”. Es una representación pictórica de un reportaje periodístico sobre el asesinato de una mujer. El asesino se defendió ante el juez diciendo "¡Pero si no eran más que unos cuantos piquetitos!".


El 17 de septiembre de 1925, sufrió un accidente que cambiaría su vida para siempre. Esto la obligó a permanecer en cama durante tres meses. Tuvo una rotura en la vértebra lumbar, lo que le exigió usar diversos corsés de escayola durante nueve meses. Sufrió frecuentes dolores en la columna y el pie derecho, para poder olvidarlo y matar el aburrimiento, comenzó a pintar. En el lado inferior de su cama había un espejo donde podía verse a sí misma, este fue el comienzo de sus numerosos autorretratos. "Me retrato a mí misma porque paso mucho tiempo sola y porque soy el motivo que mejor conozco". La pintora decía haber sufrido dos accidentes, el primero el del autobús y el segundo Diego Rivera. Tuvo muchos amores, pero ninguno se comparaba con el amor que sentía por el muralista mexicano. Un amor que duró toda una vida, con idas y vueltas e infidelidades. Se casaron dos veces, la segunda vez con reglas estrictas: ella se mantendría con el dinero de su trabajo y no tendrían relaciones sexuales, un acto de libertad y una manera de ahorrarse el sufrimiento cada vez que le fuera infiel con otras mujeres.


Frida es, sin duda, reconocida como un ejemplo de resiliencia. Enfrentó adversidades con las que luchó hasta sus últimos días. Se despojó de los estereotipos de la época, dándole a la mujer un lugar real. Plasmó en sus pinturas el dolor que sentía y lo convirtió en arte revolucionario, porque eso es Frida, revolución.



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